Un corte de luz puede suponer un problema serio para la conservación de los alimentos. Según los expertos, si el frigorífico permanece cerrado, los productos almacenados pueden mantenerse en condiciones seguras hasta cuatro horas. En el caso del congelador, los alimentos pueden conservarse adecuadamente durante un máximo de 48 horas si el aparato está lleno, o unas 24 horas si está a medio llenar.
La clave está en no abrir las puertas del frigorífico o del congelador durante el apagón para conservar el frío interno. Si al regresar la electricidad los alimentos aún conservan hielo o están fríos al tacto, generalmente pueden consumirse o volver a congelarse. Sin embargo, si algún producto muestra signos de descongelación completa o ha permanecido a temperaturas superiores a los 4 °C durante más de dos horas, lo más seguro es desecharlo para evitar riesgos de intoxicación.
Además, se recomienda tener siempre a mano una reserva de hielo y un termómetro para controlar la temperatura de los aparatos en caso de un fallo eléctrico prolongado. La prevención y la rapidez en la actuación son esenciales para garantizar la seguridad alimentaria ante este tipo de imprevistos.
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